viernes, 31 de agosto de 2012

“MERCEDES, ACOMPÁÑAME AL CEMENTERIO”

Texto: José G. Martínez
Revisión: Winder Ñámez


 Se les saluda con mucho respeto a los y las seguidor@s de “MIS HISTORIAS”, agradeciendo los magníficos comentarios e impresiones que han expresado a las publicadas con anterioridad.

         En el relato que nos ocupa hoy, también se ve involucrado un niño al cual omitiremos su nombre, no es necesario saberlo, pero es el centro de esta nueva e inexplicable historia.

         Todo sucede en La Guaira, población costera en el centro del país, lugar donde mi abuelo y abuela fijaron como residencia, donde mi madre se casó con mi padre y donde yo nací, luego de salir del pueblo de La Vela en busca de nuevos horizontes.

         En La Guaira vivían muchas personas de La Vela, amigas y conocidas, como el caso de la familia Pérez, amigos de la familia por muchos, muchos años atrás, tanto así que hasta hubo nexos familiares entre las dos familias.

         Uno de esos miembros de la familia Pérez, le dijo a mi mamá, que su primer hijo varón sería para ella, para que lo bautizase, y en eso quedaron, Aldo, era su nombre, casado, Militar de la Armada y con tres hijas, ningún varón.

        El tiempo transcurría y mi madre comenzó a trabajar en la Telefónica de Venezuela, con eso se aseguró una nueva entrada de dinero a casa. Lo que se tradujo en bienestar, y la oportunidad de surgir.

         No sé por cuáles motivos, tres miembros de la familia Pérez, entre ellas la Esposa de Aldo conjuntamente con dos cuñadas, comenzaron a tener discrepancias con mi madre y eso ennegreció la amistad de muchos años, mi madre, para evitar problemas, prefirió alejarse de ellos. Casualmente, en ese tiempo, Aldo logró un hijo varón, su primogénito.

         Aldo, contento, llamó a mi madre y le dio la noticia, y que se preparara para el bautizo. Mi madre, se puso algo triste, puesto, que el impase ya sucedido con la esposa de Aldo y otros miembros de su familia, habían debilitado mucho las relaciones. Así se lo hizo saber a Aldo en esa llamada telefónica: -“Aldo, amigo… Por los últimos acontecimientos ocurridos con tu esposa y dos de tus hermanas, es mejor que dejemos eso del bautizo así, no quiero tener sacramento alguno. Estas cosas son delicadas para mí. Yo respeto mucho el bautismo… Yo te aprecio demasiado, pero ya con tu esposa no creo que volvamos a ser como antes… busca a otra persona, por favor”. Aldo insistió: -“¡¡¡No señor, usted lo va a bautizar y no se hable más, de hecho, no me importa lo que haya pasado, eres tu mi gran amiga”.

         Mi madre no dijo nada, eso quedó así, solo en “veremos”. Pasó el tiempo, y mi madre evadía los encuentros con su amigo Aldo, para que no le recordara lo del bautizo, de hecho, mi madre solo pensaba en su trabajo. Así pasaron 4 años, y a Aldo, lo cambiaron a un Apostadero Naval, algo alejado, pero antes de que lo cambiaran, Aldo llegó a la casa de mi familia con el niño en los brazos, y se lo tiró en la cama a mi mamá: -“Aquí vine, para que nos vayamos ya para la iglesia y me lo bautices, no importa, tu, tu mamá y yo… porque esta tarde salgo cambiado para un Apostadero Naval lejos y no vendré en mucho tiempo, así que vístanse de una vez”. Mi madre le dijo: -“¡¡¡¿Estás loco Aldo?...!!! Nooo, yo tengo guardia en la compañía en este momento, no puedo faltar”. Aldo se encogió de hombros y le dijo: -“Te voy a esperar entonces, pero de acá no me muevo sin llevarme mi muchacho bautizado”. Mi madre le contestó: -“Será así entonces, está bien, lo voy a bautizar cuando venga”.


         Mi madre me dijo que era un “CATIROTE BELLO ESE NIÑO”, con unos ojos lindos. Ella lo cargó, lo besó y lo bendijo muchas veces. Llegó la hora de mi madre partir a su trabajo, y Aldo se quedó en casa con mi abuela, en espera. Pasaban las horas, y mi madre no llegaba y se llegó el momento de partir, Aldo se fue de casa, con la promesa que le traería de nuevo el niño para bautizarlo, mi madre llamó por teléfono a la casa, diciendo que sí, que la próxima vez que viniera, “SIN FALTA LO BAUTIZARÍA”, hubo cierta tristeza en todos, mi madre, mi abuela y Aldo.

         Aldo se marchó a su viaje con su esposa, hijas y el niño. El tiempo siguió transcurriendo, hasta que una noche, mi madre dormía con mi abuela y ya bien entrada la noche, comenzó a sentir una intranquilidad, como una presencia, como si alguien estaba parado al lado de ella, alguien pequeño al lado de la cama, y sentía un quejido o lamento, esto, a plena conciencia de estar despierta, a oscuras, pero ella sentía que era observada.

         Mi madre despertó a mi abuela para decirle lo que sentía y que si por favor, no se podían cambiar de sitio en la cama. Mi abuela accedió, pero antes de eso, fue a la cocina y le trajo un vasito con agua de azúcar, para que conciliara el sueño: -“Toma mija, tómate esta <agüita>pa’ que te duermas, y no pienses en cosas, Dios te bendiga”. Así lo hizo y se cambiaron de posición.

         En lo que estaba por conciliar el sueño, entonces volvió a sentir la presencia, esta vez más cerca, era algo frío esta vez, igualmente pequeño y como que más cerca, igual, el quejido o lamento, pero en esta oportunidad el sueño la venció y mi madre se quedó profundamente dormida.

         Relata mi madre que entonces, comenzó a soñar que una compañera de trabajo llamada Carmen le ha dicho: -“MERCEDES. ACOMPÁÑAME AL CEMENTERIO de Maiquetía, que necesito mandar a hacer un trabajo, para un entierro que llega hoy, y es urgente”. Mi madre (En el sueño) le dijo: -“Pero Carmen, tú estás loca, mira, es casi medianoche ¿Qué vamos a hacer a esta hora allá?. Carmen respondió: -“Un trabajo para un entierro que llega hoy, anda, que necesito que seas tú quien me acompañe”. Mi madre me dijo, que no le quedó más remedio que ir y se fueron.

En esos misterios oníricos de ruptura en el plano temporal, aparecen las dos en el cementerio y se dirigen a un sitio donde están dos señores como cavando una fosa, Carmen le dice a mi madre, -“Mercedes, espera acá, mientras yo hablo con los señores”. Mi madre le dijo que estaba bien, que fuera, que ella esperaba, el sitio estaba alumbrado por un bombillo colgado de la rama de un árbol. Mi madre dice que se inclinó a recostarse de algo mientras esperaba, la vio dirigirse a conversar con los señores, escuchaba el murmullo de lo que hablaban, pero no lograba entender y en eso, vio a su amiga volver.

Carmen en eso, regresó y le dijo: -“Listo, ya podemos irnos, gracias por acompañarme”. Mi madre dice que ella dirigió repentinamente la mirada a ver de qué se había apoyado y para su sorpresa, en ese extraño sueño, vio que se había estado apoyando en la imagen de un angelito, en una tumba de un niño. Mi madre en el sueño pensó: -“¡Ay Dios!, yo he estado apoyada acá, perturbando la paz de este Angelito, mejor déjame rezarle un Padre nuestro y un Ave María por el descanso de su alma”. Así dice que en sueño hizo, y se acuerda perfectamente que eso precisamente rezó.

Continua narrando mi madre, que en eso, luego de rezar en el sueño, se despertó abruptamente, porque esa presencia que no le dejaba conciliar el sueño, la sintió como que si le había rozado la piel y le hizo saltar, tanto que hasta mi abuela se despertó, mi madre le contó el sueño y mi abuela le dijo: -“¡Caramba!... que sueño tan extraño”.

Ya amanecido el día, y con ese extraño sueño en mente, se levantó y se dirigió a su trabajo habitual. Al llegar a su trabajo, le contó el sueño a su compañera Carmen y esta le dijo, que sería una pesadilla, que no tomara en cuenta esas cosas y que lo mejor que podía haber hecho fue rezarle a esa criatura.

Mi madre trabajaba dos turnos, mañana y tarde, al mediodía, se dirigió a casa a almorzar, cuando se preparaba para hacerlo, sonó el teléfono y mi madre atendió:
Relata que se escuchaba un “squelch” como suenan los radios transmisores.

–“Cambio, cambio, ¿Me copian? Se escuchó la voz de un hombre.
–“Si, Aló, le copio fuerte y claro ¿Quién habla?”. Contestó mi madre.
–“Mi Capitán de Fragata Aldo Pérez desea hablar con la Señora Mercedes García, por favor, es de acá del Apostadero Naval, ¿Es usted?.
–“Como no, comuníquelo, soy yo Mercedes la que habla”. Respondió mi madre. 

Inmediatamente escuchó la voz de su gran amigo Aldo que le dijo:

–“M amiga querida, el tiempo es corto en esta comunicación, te quiero pedir un gran favor…Mi hermana, quiero que vayas al cementerio de Maiquetía, y mandes a hacer un trabajo en la tumba de mi padre que como tú sabes está allí enterrado, para un cuerpo más, ya que voy saliendo en un avión de la Armada y estaré arribando en cuestión de horas a Maiquetía con los restos de mi hijo, que ayer en la tarde, me lo atropelló mortalmente un autobús.” En este momento, Aldo irrumpió en llanto: –“También quiero que antes de enterrarlo, me lo bautices, ya que siempre quise que fueras tu… hazme esa caridad amiga. Cambio y fuera.”

–“Está bien Aldo, ¡¡¡AY DIOS, QUE GRAN TRAGEDIA!!! Voy saliendo en este momento”.

Mi madre dice que en el momento que colgó el teléfono, con los ojos inundados en llanto, se quedó paralizada, porque vino a su mente el sueño de la noche anterior.

Hizo las diligencias al pié de la letra, y en la tarde (Ya que no fue a trabajar, obviamente), estaba arribando su gran amigo el Capitán de Fragata Aldo Pérez, con una comisión de Infantes de Marina en un avión de la Armada con el ataúd blanco contentivo del cuerpecito de la criatura de solo 4 años, y en el Aeropuerto, en compañía de un Capellán le dieron el sacramento del bautismo al niño, para de allí dirigirse todos al cementerio a darle su cristiana sepultura.

Esta historia es algo fuerte y reveladora, es muy personal, pero me atrevo a contarla, para exponer que los sueños tienen un gran sentido de realidades inmersas, son como señales, que muchas veces, con el correr y lo acelerado de la vida de hoy, no nos damos cuenta de ellas.

¿Mis interrogantes como siempre en MIS HISTORIAS? Pocas en esta oportunidad:

1.    ¿Era el alma del niño la que estaba al lado de mi madre la noche anterior a su muerte? Porque si detallan, mi madre se cambió de lugar en la cama y lo sintió en ambos lados, a su costado.
2.    ¿Vale tanto el Sacramento del Bautismo para cualquier religión?
3.    Como siempre la pregunta: ¿Por qué este tipo de revelación?
4. ¿Podemos considerar el estado onírico o de la etapa del sueño como mecanismo voluntario o involuntario de viajar en algún portal en el tiempo o espacio?

Agradeciendo una vez más lo feliz que nos hacen al interactuar con nosotros en este blog que es suyo, con “MIS HISTORIAS” que también son suyas, esperando como siempre, sus reflexiones o comentarios, ya que ellos nos sirven como fuente de inspiración… Gracias.

         Recordándoles también, que nuestra próxima entrega llevará por título: “TRÁIGANME ESOS MUCHACHOS DONDE QUIERA QUE ESTEN”

miércoles, 29 de agosto de 2012

YO NO QUIERO COMPRAR ESO

Texto: José G. Martínez
Revisión y correcciones: Winder Ñañez





         Esta entrega de hoy, tiene un toque enigmático y de ritual. Antes de comenzarla, quiero de nuevo, agradecer a nuestros seguidores de “MIS HISTORIAS” y como siempre, espero esta les guste también y de sus valiosos comentarios.

         Como lo he dicho ya, La Vela, era un pueblito muy pobre, humilde, pero mágico, no todas las familias que allí vivían, tenían solvencia económica, a duras penas, se conseguía para el sustento diario, mi abuela, por ejemplo, tejía sombreros, los cuales, siendo de una gran calidad, se los compraban por una baratija, a veces, los pagaban adelantados y lo peor era, que luego de gastados los reales en comida, había que entregar el pedido… Así pasaba con un altísimo porcentaje de la población.

         Así como mi familia, también era la familia que llamaremos “González” por respeto, contaba de la madre Ana y de su hijo Pedro, de 17 años. Los cuales también eran “pobres de solemnidad” como solía llamar mi abuela.

         Los días transcurrían con tranquilidad en el bucólico pueblo, cada quien a lo suyo. Cuenta mi abuela que este chico, Pedro, una vez se enamoró, tenía su noviecita, hasta donde era permitido por los tabúes sociales de la época. Le reglaba humildemente un dulce, una conservita de leche, una carta expresando sus sentimientos y ese amor fue creciendo, sintiéndose mal Pedro, de no tener nada que regalarle a su amada.

         Tanto era su pena, que una vez, cometió el pecado de quitarle una sencilla cadenita a su madre para regalarla al ser que le robaba el sueño.

         La señora Ana, al ver la ausencia de la cadenita, se enfureció y encegueció de tal manera, que lo primero que vino a su mente en ese momento de ira fue: “-¡¡¡MALDITA UNA Y MIL VECES AL DESGRACIADO O DESGRACIADA QUE SE HA ATREVIDO A ROBARME LA CADENITA, ES MAS, LO VOY O LA VOY A PONER A ROBAR HASTA LA HORA DE SU MUERTE, NO VA A LEVANTAR CABEZA NUNCA!!!”.

         A mi modo de ver (Aunque no quiero involucrarme en la historia, pero creo debo hacerlo), la señora Ana, antes de decir tal frase, debió haber  investigado lo sucedido.

         Cuenta mi abuela que la señora Ana, que según practicaba algo de algún tipo de magia, hizo algunos conjuros, hace referencia de velas negras al revés, alfileres y otras cosas más tenebrosas con gatos negros.

         Continúa mi abuela con este estupendo, pero triste relato, que desde ese momento, el joven Pedro, se volvió un ladrón iracundo, robaba las cosas más inverosímiles, tanto era su destreza, que casi nadie se percataba de los hurtos. Una tarde, en el tranquilo pueblo, se formó una alharaca, porque este chico, se había robado DOS COCHINOS GRANDES los mató con una fuerza descomunal y los vendía a pedazos hasta mal cortados.

         Se convirtió en un ladrón frenético por la maldición que su madre, con o sin culpa le había echado encima. Mi abuela en ese cuento me afirmó algo, en lo que siempre he creído, que había dos maldiciones que ningún alma se podía quitar de encima. La primera la de una madre y la segunda, la de un sacerdote, esas cosas las decía mi abuela, le pregunté que cómo un sacerdote maldecía y me dijo algo como: Que le enseñaba sus sandalias a la persona maldecida, o algo así. Lo cierto, es que eso es una de las cosas que me hace respetar a los sacerdotes, aunque muchas son las cosas que desde esa época hasta hoy han cambiado.

         Tanto fue el daño o maleficio recibido de su propia madre a este chico, que días después, hubo otro escándalo. el joven Pedro, ya como medio loco, con el norte perdido, embrujado por su sed de robar, entró al santuario donde se venera cada 12 de diciembre a la Virgen de Guadalupe, y sustrajo la corona de oro de la imagen sagrada, la partió en varios pedazos y comenzó a venderla por el pueblo, en algunas casas…

         Mi abuela me cuenta que pasó por su casa, los ojos eran como desorbitados, estaba muy sudado, tembloroso, balbuceaba cosas extrañas, mi abuela le alcanzó a escuchar que ya había vendido unos pedazos. Me describió los pedazos: -“Tenían incrustaciones de piedras preciosas como rubíes, diamantes, zafiros y otras más, estaban golpeadas como por una piedra, en algunos pedazos del oro, se notaba que se habían caído algunas gemas”.

         Espantada de lo que veía, mi abuela le dijo a Pedro: -“¡¡¡Llévate eso rápido de aquí de la puerta de mi casa, <YO NO QUIERO COMPRAR ESO>!!!”. El joven salió como un loco, en carrera.

         A ciencia cierta, mi abuela no me supo decir si fue preso o no, porque en esos meses, emigraron al centro del país…

         Lo cierto es que Pedro, fue una leyenda en el pueblo, no deseo saber si dejó familia o no, pero lo que si digo, es que este joven fue envejeciendo, su cuerpo se fue encorvando, su andar se hizo lento, le salieron pelos por casi todo el cuerpo, las uñas crecidas, descuidadas, parecía una cosa extraña, porque una vez, caminando yo por la Plaza Bolívar de este hermoso pueblo, vi al ser, cerca del mercado, ya un hombre entrado en años y con la descripción antes mencionada, harapiento, cabeza gacha y pregunté a mis primos: -“Dios, y ¿quién es ese señor que va allá todo doblado, que casi llega al piso?”. Mis primos me respondieron: -“Ese… Ese es Pedro, el que le robó la corona a la Virgen hace años”.

         No quiero terminar esta historia sin mis consabidas interrogantes a ustedes, respetables lectores:

1.    ¿Puede la maldición de una madre caer en esa forma a su propio hijo y torcerle la vida en esa forma?
2.    ¿Qué tan cierto es también esa maldición de un sacerdote?
3.    De ser cierto: ¿Existiría un tipo de cura para este maleficio?

Como siempre, le reitero las más profundas gracias por leer MIS HISTORIAS y espero sus comentarios o aportes, los cuales, leo con mucha atención.


Recordándoles que nuestra próxima entrega llevará por título: “MERCEDES, ACOMPÁÑAME AL CEMENTERIO”.

viernes, 24 de agosto de 2012

¿PARA DÓNDE SE LLEVA A MI MAMÁ?

Texto: José G. Martínez
Revisión y corrección: Winder Ñañez


          Hola lectores de “MIS HISTORIAS”, En una anterior entrega, la llamada Mis tres acompañantes, mencionaba que hablar de mi madrina sería extenso, pues este es el momento, Mi madrina fue una persona muy importante en nuestras vidas, consentidora, buena, hermosa, pero también con un carácter fuerte.

         En ocasiones, cuando mis notas en el liceo bajaban, mi madre me mandaba a casa mi madrina, confieso que me hubiese gustado en ese momento que me agarraran a correa limpia y no dos horas sentado de habla que te habla. Hoy día agradezco esas largas horas de “leerme la cartilla con los puntos sobre las íes”.

         Retomo esta historia en un plano de ruptura de la entrega anterior, ya les decía que cuando mi madrina vino a traerle la muñequita a mi hija, pasaron unos sucesos algo extraños, como por ejemplo, que de repente mi niña de apenas meses de nacida y ya fallecida mi madrina, estaba durmiendo y se despertaba privada llorando y notamos un pequeño moretón en la pierna, eso pasó en varias oportunidades, el médico no daba razón alguna de esos moretones.

         Pero mi abuela en su sabiduría popular, me dijo: -“Ponle la muñequita que le trajo Candelaria en la cunita a la niña”. Y eso fue el santo remedio, mi hija no despertó más.

         En otra oportunidad, una madrugada de primero de enero de ese mismo año, estábamos escuchando música, cuando de repente, como a las 3 de la mañana, escuchamos mi hermana y yo, la voz clara de mi madrina: -“José… Mary”, le bajé todo el volumen al amplificador y nos asomamos a la puerta y en ese instante, nos invadió a todos el perfume predilecto de mi madrina “Jean Marie Farina”, como si se hubiese reventado un frasco grande en el patio, eso estuvo impregnado por un buen rato.

         Pasados estos sucesos, una noche, comienzo a soñar. En ese sueño, veo a mi madrina que va de la mano con mi madre, pero en el sueño capto algo que no me gustó mucho, no sabría decir que fue, pero las veía de espalda, mi madrina delante de la mano con mi madre y comencé a correr tras ellas, de nuevo, esa desagradable situación de querer correr y no puedes, veía que se acercaban a una gran luz que me enceguecía, pero nunca detuve mi carrera, hasta que muy cerca ya de esa luz, logré alcanzarlas.

         Mi esposa siempre me decía que cuando yo tenía esos sueños, ella se sentaba en una esquina de la cama, ya que yo comenzaba a moverme como desesperado y que ella no quería despertarme. Sabía que estaba soñando algo fuerte.

         Cuando las alcancé, mi madre estaba como hipnotizada, no hablaba, estaba como desorientada, aunque yo me dirigí fue a hablar con mi madrina, le dije con voz algo enérgica–“MADRINA, ¿PARA DÓNDE LLEVA A MI MAMÁ?”. A lo que ella me contestó: ­-“La llevo para que vea dónde estoy yo”. Inmediatamente le respondí (Y confieso que de verdad estaba algo ofuscado en ese sueño), -“No madrina, no, ella irá cuando deba ir, ya usted se fue, regrese a donde debe de estar, más temprano que tarde estaremos juntos, se lo aseguro”.

         Quiero hacer algunas acotaciones descriptivas de este extraño sueño, No sé si los suelos son a color, o blanco y negro, no quiero caer en esos tecnicismos, solo describiré al detalle lo que vi en mi sueño, era un campo abierto, que daba a una montaña, les alcancé casi al final de atravesar ese campo, era de día, eran unos colores muy hermosos, un verdor y árboles aislados, la luz fuerte como entre blanco-amarillenta provenía de esa montaña, a mi madre, la veía perfectamente a color, pero a mi madrina, y esto es lo más extraño, la vi como una imagen en blanco y negro, algo borrosa, pero bien definida, su voz exactamente igual, o sea, era ella.

         Cuando le dije esas palabras a mi madrina, ella se me quedó mirando firmemente, inmediatamente esta imagen que a continuación narro, tiene algo fuerte, espero no herir sus susceptibilidades. Pero esto fue la realidad del sueño, sin quitarle ni ponerle nada.

         -“Yo sé que estoy muerta, y te lo voy a demostrar”. En ese momento, se metió la mano en la boca y se arrancó parte de la lengua y extendió la mano y me la mostró, quiero decir, que era una masa algo como que en proceso de putrefacción y con algunos gusanos, confieso que me dio un sentimiento extraño entre susto, tristeza y hasta ganas de llorar en ese sueño.

         De pronto, cuando levanté la mirada para ver a mi madrina, ya esta se había desaparecido, o al menos no estaba allí y me encontré con mi madre de espaldas a mí, frente a mi casa.

         Mi esposa me dice, que de repente, pegué un brinco en la cama y me desperté y me puse a llorar, ella me trajo agua de azúcar, eso siempre hacía cuando tenía estos sueños, y allí comencé a contarle algo mucho más calmado, pero en medio de algunas lágrimas y haciéndome algunas interrogantes como siempre.

         Me levanté temprano, ya que después de ese sueño, no puede volver a dormir, y me fui a la casa de mi madre, que vivía al lado, a contarle lo que había soñado, pero cuando le iba a contar, ella me interrumpió para decirme que tuvo un raro sueño, que había estado con mi madrina, la invitó a pasear y la llevaba de la mano, y le dijo que la acompañara a ver el lugar donde estaba, y que ese lugar era muy bello, ella en el sueño me cuenta que no habló, pero que era un campo muy grande con árboles dispersos y al final una extraña luz blanqui-amarilla, pero que de manera inexplicable, no pudieron ir, porque ella no se acuerda en el sueño qué las detuvo.

         Nos quedamos mirándonos las caras y obviamente, salieron algunas lágrimas de dolor por ese extraño sueño, donde nos vimos envueltos mi madre, mi madrina y yo, seres totalmente diferentes, pero reunidos en el mismo plano, momento, etapa y circunstancias.
         De nuevo una vez más gracias por la atención que ustedes, distinguidos y distinguidas lectores y lectoras le brindan a MIS HISTORIAS, no puedo despedir esta historia sin hacerme las interrogantes siguientes:

1.    Como siempre: ¿Por qué tuve que soñar esto?
2.    ¿Para dónde llevaba mi madrina a mi mamá?
3.    ¿Estuvimos en el mismo plano tres almas diferentes?
4.    ¿Se podría considerar esto como una revelación?

Estas interrogantes las dejo, como siempre, no para buscar las respuestas, sino para que hagamos reflexiones sobre la vida y la muerte.

        En esta historia se une a este equipo una gran persona y amigo, se trata de Winder Ñañez, de Punto Fijo, Península de Paraguaná, el extremo más Septentrional de la América del Sur, Venezuela, quien se ofreció como voluntario para revisar y corregir esta historia y algunas otras que vienen. Bienvenido Winder.

         También quiero dejarles antes de irme el título de la siguiente historia: “YO NO QUIERO COMPRAR ESO”

miércoles, 22 de agosto de 2012

YO LO VI DE FRENTE

Textos: José G. Martínez


           Siguiendo con la saga de estas historias, MIS HISTORIAS que han impactado, por su realismo, por su manera de ver las cosas inexplicables y por su complejidad, esa historia que les presentaré hoy tiene algo de escalofriante, por su contenido en imágenes, que trataré de ilustrar hasta el último detalle, tal cual mi abuela me la contó muchas veces, y lo mejor de todo, todas las ocasiones que me las contó, fueron exactamente igual, sin quitarle ni ponerle nada, eso trataré de mostrar acá para que ustedes tengan una idea en su mente.

         Como he dicho en anteriores entregas, este es un pueblo maravilloso, acá el realismo mágico está por todas partes, esta historia se comenzó a desarrollar en el monte, ya que mi abuela se encontraba en él, recogiendo la fruta del cardón, delicioso producto vegetal que acá le dan el nombre de “dato” ó “alefaria”, muy rico en vitamina “C”, y pues, en las situaciones de hambre (Ya que mi familia era pobre de solemnidad), eso paliaba la escasez de alimentos.

         Eran aproximadamente las 12 del mediodía, y estaban, mi abuela y una vecinita (Mi abuela de 19 años y la niña de 14), en la labor de recolección del fruto, cuando de repente, mi abuela ve a un hombre; permítanme describirlo como mi abuela me lo describió sin restarle ni ponerle detalles con las propias palabras de mi abuela: -“Es el hombre más hermoso que he visto en toda mi vida, hasta el sol de hoy, una tez lozana, blanco, de cabellos castaños, todo impecablemente vestido de blanco, sin un detalle fuera de su sitio, saco, chaleco, camisa, pantalón y zapatos, totalmente impecables. Llevaba una leontina de cadena de oro en el bolsillo del chaleco, como las de los relojes de bolsillo… ese hombre YO LO VI DE FRENTE, Y ÉL ME MIRÓ POR ESPACIO DE 10 SEGUNDOS, se viró al frente, y siguió su camino monte adentro”. <En eso me pregunté: -“Este hombre no es de La Vela, ¿Para adónde irá?”>.

         Continuaba mi abuela con su narración y me dice, que a ella no le gustó ese episodio, porque inmediatamente después que ese extraño, enigmático y misterioso hombre pasó, justo de inmediato, el cerro a sus espaldas hizo un fuerte estruendo, como si se venían quebrando los árboles de tallo, y se levantó una polvareda y comenzó a olerse en el ambiente algo muy desagradable como al humo de la pólvora quemada. Inmediatamente, ni abuela recogió los aperos de recolección de datos y alefarias, le dijo apresuradamente a la niña que le acompañaba, que se fueran de una vez de allí hacia el pueblo.

         Ya de camino al pueblo, en dirección opuesta hacia ese extraño hombre se dirigía, y en la salida del monte hacia las primeras casas, mi abuela se encontró con una señora a quien le decían “Tona”, la cual venía acompañada de una niña de aproximadamente 15 años y que portaba un extraño libro negro, muy grande. Se encontraron de frente, ya que Tona y la niña. Se dirigían camino a donde se dirigía ese extraño hombre, y en ese momento de cruzarse fue Tona la que habló: -“¡María… Qué extraño, tu por aquí!”. A lo que mi abuela le respondió: -“Si, estábamos buscando datos en el monte mijita, me provocó y vine a buscar unos, pero el sol está ya muy fuerte y nos vinimos”. Tona le preguntó: -“¿Y en este rato que estuviste aquí, no viste nada raro o extraño?”. Respondió mi abuela: -“Aaah, si, mijita, pora’i pasó un hombre todo vestido de blanco, monte adentro”. Y Tona le respondió entonces: -“Ay, mira pues, como vino, ese es el que trabaja conmigo, mira en la forma que llegó, en forma de hombre, mijita, a veces viene en forma de zamuro o de gato negro… bueno María, nos vemos, me voy, porque me esperan”.

         Mi abuela se había quedado abismada y profundamente pensativa de lo que había acabado de escuchar de boca de la señora Tona. La vida continuaba su curso normal, en un pueblito, donde los acontecimientos, por más pequeños que fuesen, eran un gran suceso.

         Una noche, a los meses se corrió la voz en el pueblo de que la Sra. Tona se estaba muriendo, hubiese sido un suceso normal para todos, pero se comenzó a decir que algo extraño y feo estaba ocurriendo.

         Mi abuela algo curiosa fue a ver de qué se trataba, eran como las 8 de la noche, así sería el revuelo, que este pueblo era, del que ya a las 7 de la noche, todo el mundo, o en su mayoría, estaba durmiendo, ya que no había luz eléctrica y también por las costumbres de la época.

         Lo que mi abuela me contó me impactó mucho en su momento, y confieso que hoy también, llegó a la casa de Tona, y había personas fuera, conversó con conocidos y le dijeron que estaba horrible, que no entrara a verla, estaba agonizando. Mi abuela de curiosa entró, lo que me contó, confieso que me tuvo sin dormir unos días: -“Mijo, estaban allí tres personas, entre ellas la niña de 15 años que le leía el libro que le mencioné anteriormente, las otras dos personas, eran dos señoras mayores que rezaban o ayudaban a bien morir. Su cara era impresionante, estaba como transfigurada, algo oscura, como quemada, la piel reseca, pero muy sudada, y estaba muy ronca, emitía como quejidos con la garganta y pronunciaba frases incoherentes o como lenguajes extraños. Lo que más me impresionó fue ver sus ojos desorbitados mirando al techo como viendo algo hacia el copete de la cama donde se hallaba acostada y de repente, sacaba la lengua de una manera poco usual, como que más afuera de lo que lo haría una persona normal. Hijo, te confieso, que quien la veía una vez, no la veía dos veces, pero yo quise satisfacer la curiosidad.”

         Continuó contando mi abuela: -“Me salí, por dos motivos, el primero que porque en la habitación había en el aire un ‘Cigarrón’ especie de avispón negro que revoloteaba sobre la señora Tona. Y el segundo motivo, fue, porque de repente se empezó a escuchar unas piedras en el techo y voces hablando alto de los espectadores de fuera. Me retiré de la habitación a ver lo que pasaba y era que afuera, en el techo de la casa, estaba un Zamuro, y no me vas a creer, <CANTANDO>, si, emitía como una especie de graznidos muy feos.

         Refiere mi abuela, que lo más electrizante fue cuando en el preciso momento que la señora Tona estaba falleciendo, ese Zamuro emitió un graznido que a muchos de los presentes les erizó los pelos de la piel, y levantó el vuelo hacia el monte. Muchos se retiraron, también mi abuela, algo asustada.

         La historia no concluye acá, termina contando mi abuela, que al día siguiente, en los actos velatorios, en la madrugada, el cuerpo tiende a quedarse solo, por cansancio de los asistentes y también, porque en las afueras se forman grupos de conversación. En esa época, y a la falta de luz eléctrica, se acostumbraba a poner cuatro cirios alrededor de la caja, pues, alguien notó de repente que en la sala, conde reposaba el cuerpo, había como una luz de más, más claramente, una intensidad en la iluminación, además de comenzar a salir humo de la sala, cuando se percataron, dos de los cirios, habían caído sobre el cuerpo de la difunta, consumiéndolo casi en su totalidad, dejándole casi irreconocible. Alarmadas las mujeres asistentes, se pusieron a rezar.

         Este fue el triste episodio de la señora Tona. Confieso que esta historia que me contó mi abuela, siempre me causó impresión y a raíz de eso, siempre me hacía varias interrogantes:

1.    ¿Sería este personaje que mi abuela vio el demonio mismo?
2.    De ser así, ¿Puede presentarle o manifestarse en cualquier forma, de animal o persona?
3.    ¿Puede haber tanta maldad en alguna persona para “trabajar” con el demonio mismo?
4.    ¿Puede haber perdón para el alma de quien trabaje con este tipo de ritos?

Espero que esta historia sea de su agrado, y como siempre también deseo conocer sus opiniones. Gracias por tener la deferencia de leer MIS HISTORIAS, Recordándoles que mi próxima entrega llevará por título: ¿PARA DÓNDE LLEVA A MI MAMÁ?

domingo, 19 de agosto de 2012

QUIERO COMER PESCADO


Texto: José G. Martínez
Revisión: Sebastian Yaguarshungo


         Esta historia que me ocupa hoy es algo triste, porque estará involucrado un niño de solo 4 años, eso duró su existencia, solo 4 años., pero nos dejó una experiencia inolvidable que aún se sigue presentando.

         El niño, al que llamaremos Franki, nació con un mal congénito, según, una afección cancerígena en el páncreas, y pese a ser tratado por los mejores médicos de la época, no pudo disfrutar de la plenitud de la vida.

         Su padre, militar, hoy también fallecido, era mi padrino, su madre, muy amiga de la casa, vivían en la casa diagonal a la nuestra, en Catia La Mar, Estado Vargas. Esta historia aclaro que tiene un extraño enlace con otra que en sucesivas entregas van a tener la oportunidad de leer, es una de las que me ha impactado, ya que estoy directamente involucrado en mis experiencias oníricas, espero la disfruten.

         Esto ocurrió hace ya muchos años atrás, en el año 1.971, tenía apenas 8 años, pero siempre fui muy acucioso y me daba cuenta de todo, jejeje, aunque a uno no lo dejaban casi nunca hablar, mi abuela era tan tal, que a veces uno tenía inquietudes, y dependiendo del grado, solo decía: -“Eso no se pregunta”.

         Franki, por motivos de su enfermedad era un niño muy débil, y así se fue desarrollando, había que cargarle para todas partes, pero era un niño hermoso, de una piel cobriza, enjuto, con una cabellera preciosa, tipo honguito, ojos muy expresivos. Me tocó escuchar muchas cosas que salían de la boca de ese niño, que en su momento no las comprendía, pero que luego, muy tempranamente, las fui comprendiendo. Muchos fueron los episodios algo extraños. Recuerdo en una oportunidad estábamos jugando en el suelo, porque le ponían una sabanita en el suelo del comedor y allí pasábamos horas entretenidas. Una familia vino a visitar a mi madrina y la señora se le acercó y lo vio con una cara de tristeza y Franki le dijo con una voz muy directa y firme: -“Señora, no piense eso de mí, no me tenga lástima por favor, que yo pronto me iré y ya sé para donde voy”. Recuerdo que a la señora se le salieron las lágrimas, pero lo disimuló, yo quedé algo confuso.

         La casa de mi padrino, tiene dos entradas, por el frente la normal y por el fondo, ellos usaban más el fondo. Yo llegaba todas las tardes de la escuela a casa, y luego me iba a jugar con Franki a esperar a mi madre que llegara del trabajo para irnos a casa a hacer mis tareas.

         Mi madre me compró un View Master visor de discos en 3D, para la época, un suceso, y recuerdo que había un disco muy hermoso acerca de la navidad, mi madre, madrina y padrino estaban a unos metros, sentados en el comedor, nosotros, como siempre, en la sabanita con la reguera de juguetes, pero veíamos en ese momento en View Master. Voy a hacer un inciso en esta parte, para decirles que Franki era, aparte de un niño muy lindo como dije antes, un ser demasiado inteligente, creo que una inteligencia no vista por mi en ninguna otra persona, eso le convertía en un ser tremendamente tierno y angelical.

         En eso que nos estamos pasando las imágenes en el aparatito, Franki se levantó de manera impresionante, casi sin tomar impulso, me dejó con la mano estirada y se viró a ver a mi madre, con una mirada muy inquietante y penetrante, serio y le fijo con voz firme: ­-“¡Mercedes, mañana yo me voy a morir!”. A lo que mi madre, le contestó de una forma muy seria: -“¿Qué cosas son esas Franki?, ¿Por qué dices eso?”. No percatándose que estaba de pié, un niño que como dije, lo llevaban cargado a todas partes. Franki respondió ya con otra voz medio burlona, de hecho, se echó a reír: -“¡Si, me voy a morir de risa, porque yo sé ya para adónde voy!”.

         Inmediatamente se viró y se sentó como si nada había pasado, yo, algo desconcertado le di el view master e inmediatamente vi como mi madrina y mi padrino salieron a su cuarto a llorar, no entendía mucho el por qué, mi madre le comentó a Franki algunas cosas algo raras para mí, que esas cosas no se debían decir y cosas así.

         Recuerdo que al llegar a la casa, mi madre comentó muy calladamente con mi abuela lo sucedido.

         La mañana siguiente no fui a clases, porque el teléfono de casa sonó a las 5 de la mañana, era mi madrina que llamaba a mi madre algo desesperada que Franki estaba malito, yo me acerqué y pude verlo, confieso que decir esto es algo fuerte para mí, hoy, al momento de escribir este relato, al llegar a su lecho, estaba con respiración dificultosa, las uñitas de las manos eran moradas, así como sus labios y el pecho le subía y le bajaba, confieso que también tenía, aparte de lo mal que se debía de estar sintiendo, una leve sonrisa algo confusa. No recuerdo quien me sacó del cuarto. A los pocos minutos vino una ambulancia y se lo llevaron al Hospital Militar en Caracas, a 20Km.

         Mi madre se fue al trabajo, ya despuntando la mañana y le dijo a mi abuela que no me mandara a clases, por cualquier desenlace con Franki. El día transcurría normal, al menos para mí. Quiero describir mi casa, para que entiendan este suceso: la sala era del ancho de la casa, un pasillo central, las habitaciones a los lados de ese pasillo, al final el comedor y al fondo la cocina. Yo estaba sentado en el centro de la sala, ya que la tele quedaba al extremo derecho de la sala, en la entrada del pasillo había una cortina larga, estaba viendo, me recuerdo Superman, el de blanco y negro, porque esa era el sistema de tv, la puerta de la sala, de madera a dos alas, estaba entre abierta, y de repente, yo siento que algo pasa detrás de mi, lo sentí por instinto, pero cuando veo, es que esa larga cortina al pasillo, se levanta, me quedo viendo eso y como medio congelado, ya que no me explico el por qué, vuelvo a seguir mi atención a la tv olvidando lo sucedido, mi abuela está cocinando el almuerzo. Pero mi sorpresa es que a los pocos segundos, siento que la platera de la cocina se viene abajo, de esas viejas plateras de pueblo de madera y alambre, mi abuela lanza una exclamación de disgusto: -“¡Carajo, estos hijos míos, que parecen alfeñiques que no clavaron esta verga bien!”. Me dirijo a ayudar a mi abuela a recoger, cuando suena el teléfono, que está en la sala, un Alvins negro de pared, de los de cable entorchado, y contesto, era mi madre, que estaba llamando, me dijo que le pusiera al habla a mi abuela. Mi madre le informó a mi abuela, que Franki hacía media hora que había fallecido. Inmediatamente rompimos en llanto, y nos fuimos a la casa de mi padrino, al frente.

         En la nochecita, trajeron el cuerpo en su urnita blanca a la casa de mi padrino, expresiones de llanto y de dolor embargaban la casa y los alrededores, ya en la madrugada, las cosas van calmando, y yo atento a muchos detalles, llega un momento que coinciden mi madre, mi abuela, mi madrina, otras dos amigas comunes y están hablando, yo sentadito junto a mi madre y mi madrina comienza a contar los últimos minutos de la vida de Franki en el hospital y dijo: -“¿Qué les parece, Franki se quedó dormido unos minutos antes de morir y yo dije: <Menos mal que se durmió> al rato se despertó y me dijo que venía cansado, venía corriendo porque había hecho una maldad, que había estado en casa de Mercedes y levantó la cortina del pasillo, se llegó hasta la cocina, se cansó de gritarle a la señora María: <SEÑORA MARÍA… QUIERO COMER PESCADO DE ESE QUE USTED ESTÁ FRIENDO>, pero como ella no lo había escuchado, le tumbó la platera y se vino corriendo. ¿Qué les parece?”. Allí se corroboró el título de esta historia.

         Esta historia, real por los cuatro costados, la transmito como una más de sucesos inexplicables que han acontecido a lo largo de mi vida. En esta oportunidad quisiera que fuesen ustedes apreciados lectores y lectoras que se atrevieran a hacer las interrogantes o formulas algún tipo de opinión explicativa de tan extraño suceso.

         Quedo de ustedes una vez más complacido por la acogida que le han dado a estas hermosas e inquietantes historias, MIS HISTORIAS, y que desde ya, también son sus historias.

         Se me olvidaba comentarles el nombre de la próxima entrega: “YO LO VI DE FRENTE”

sábado, 18 de agosto de 2012

ACABO DE HABLAR POR TELÉFONO CON ELLA


Texto: José G. Martínez.
Revisión: Sebastian Yaguarshungo

         
         Esta historia es tanto complicada, como curiosa, porque en ella se involucra la tecnología, en esta oportunidad haré solo una interrogante, y al principio… ¿Puede alguien comunicarse con un ente del más allá por medio de un teléfono?

         A esta amiga de mi madre, por respeto a su nombre, llamaremos “CARMEN ACOSTA”, vivió en este mismo pueblo… La Vela, ¿Saben el porqué de MIS HISTORIAS?, Bueno la respuesta es sencilla, este pueblo, lo envuelve un manto de características peculiares, muchas cosas curiosas, es un pueblo tranquilo, hasta bucólico si se quiere, o al menos, cuando de niño venía a vacacionar era así. Por eso digo, que tanta serenidad, creo que dieron vida a su característico estilo… Por eso también, asocio a este pueblo con MIS HISTORIAS y estrechamente al Realismo Mágico.

         Dicho esto, comienzo por decir, queridos/as lectores/as, que la amiga Carmen, fue una persona muy querida de la casa, cuando veníamos a este pueblo en vacaciones, nos iba a buscar donde estuviésemos y nos pasábamos un día en su casa, hermosa casa estilo colonial. De mi madre, una gran amiga de su infancia, pero como mi familia emigró hacia el centro del país, 500Km de distancia de acá,  en busca de futuro en el 1.948, mi madre se separó dolorosamente de muchos de sus amigos, abriendo el mundo y horizontes hacia otros destinos y amigos.

         Mi madre comenzó a trabajar en la Telefónica Venezolana como Operaria, llegando muy prematuramente, con responsabilidad, esfuerzo y dedicación a ocupar el cargo de Supervisora, e inclusive luego, a Supervisora Regional.
         Recuerdo, que una vez, de visita en su casa, escuché sin querer a la amiga Carmen, decirle a mi madre: -“Mercedes, cuando me muera, te voy a avisar.”, recuerdo que mi madre le dijo en esa ocasión: -“Déjate de vainas Carmen.”, y rieron juntas, pero eso yo estoy seguro que lo escuché.
         Pasaron los años, y mi madre me cuenta, que en una oportunidad que hacía los reportes mensuales, no podía concentrarse, su cubículo de supervisora, quedaba justo al lado de la sala de las operarias donde fluía el tráfico de llamadas por cabina. No podía y no podía concentrarse, porque en su mente estaba clavada la figura de su amiga Carmen Acosta, la pensaba y la pensaba… en eso ella decidió llamarla, toma el auricular de su teléfono personal, ya que tenía tres en su escritorio, lo recuerdo bien por las veces que fui a su oficina, y en el momento que lo pone en su oreja, sin marcar aún ningún número escucha en la bocina con voz seca, fuerte y directa: -“Hola Mercedes ¿Cómo estás?”. A lo que mi madre le contesta como autómata: -“Bien Carmen…”. Sólo eso mi madre pudo decir. Ella inmediatamente le respondió: -“Entonces me despido Mercedes, que estés bien siempre…”. Click, escuchó mi madre en el auricular, ella se quedó unos segundos pensativa y recapitulando: -“Pero yo no marqué su número… ¿O sí?... El teléfono no sonó, yo iba a marcar y ella apareció.”.

Mi madre recobró la serenidad inmediatamente y dijo: -“Muchachas, por favor, ¿Pueden buscarme allí el número de la señora Carmen Acosta en La Vela de Coro?”. Inmediatamente le dieron el número, a lo que mi madre lo marcó, y timbraba y timbraba y no respondía, volvió a marcar y el resultado fue infructuoso, hasta que a la cuarta vez, al final le respondieron y al otro lado de la bocina estaba un joven. Mi madre le preguntó: -“Buenas tardes, ¿Ese es número XX.XXX en La Vela?”. El chico le respondió: -“Si señora, ¿Con quién desea hablar?”. Mi madre replicó: -“Con la señora Carmen Acosta por favor. Dígale que es de parte de Mercedes, de La Guaira”. El chico le dijo: -“Ay, señora Mercedes, mire, yo soy un sobrino de ella, la cosa es que, deje informarle, Mi tía Carmen, falleció esta mañana a causa de un infarto, y yo vine a la casa a buscar unas cosas para llevar a la funeraria, lamento darle esta noticia.”.

Mi madre se quedó petrificada al escuchar eso y solo pudo decirle a ese chico: -“¡No puede ser… ACABO DE HABLAR POR TELÉFONO CON ELLA, eso no puede ser.” Y colgó el teléfono.

La reacción de mi madre, fue, recoger todo en su trabajo e irse a casa a preparar viaje urgente para los actos fúnebres, porque ya eran las tres de la tarde cuando sucedieron estos hechos, hay que notar que el sobrino le dijo que su amiga, la señora Carmen, había fallecido en la mañana…
Esta es una historia relativamente corta, pero no menos interesante e impactante, doy veracidad de su contenido, estaba chico cuando estas cosas pasaron y lo recuerdo perfectamente. Acerca de la interrogante del comienzo, esa siempre me la hice: ¿Cómo pudo hablar mi madre con esa persona fallecida en la mañana?, hay que recordar que cuando mi madre levantó el auricular, (Que de paso me aclaró al tiempo y pude constatarlo, ya que yo también trabajé en la telefónica por años y es mi campo, que la línea estaba como muerta, no se escuchaba ningún tipo de ruido), ya esa persona estaba allí en línea, y quien iba a llamar era mi madre.

Les dejo la interrogante, no para esperar algún tipo de respuesta, sino para que… No lo sé, lo piensen.

         Una vez más estoy altísimamente agradecido por la acogida que le han dado a este Blog, a MIS HISTORIAS, que es de ustedes en su totalidad. Quiero extender un saludo desde luego también a quien revisa estas historias, mi amigo el Plusero Sebastian Yaguarshungo, quien sin su estímulo, no me hubiese animado a escribirlas. También quiero recordarles que nuestra próxima entrega llevará por título: QUIERO COMER PESCADO.

-"Padrino Bendición, pero ¿Usted qué hace aqui?"

Autor: José "Cheo" Martínez Revisión: Alexis Aguirreche             Me siento nervioso, siento esa misma cosquilla como la que sen...