viernes, 17 de agosto de 2012

MIS TRES ACOMPAÑANTES

Texto: José G. Martínez
Revisión: Sebastian Yaguarshungo


          Lo prometido es deuda… Acá les cuento mi historia titulada: MIS TRES ACOMPAÑANTES, Quiero hacer notar, que en esta historia, doy mi palabra de que no existe ningún tipo de invención de mi parte, trataré de ser lo más objetivo posible y lo más explícito para ver si pueden entenderla, y como siempre, agradecerles por leer “MIS HISTORIAS” y obviamente, esperar sus respetadas opiniones.

          El orden de los tres personajes que a continuación haré referencia, no implica que tengan uno más importancia que otro a saber: Mi abuelo materno, mi abuela paterna y mi madrina de bautizo, primero haré una breve reseña de ellos para que la historia tenga consistencia.

          Primeramente mi abuelo materno, fue el hombre que sentó las bases para la educación que recibí, pese de no haberle conocido, formó en mi madre, mis tíos y junto a mi abuela los valores y las bondades que mi familia acrisolan, falleció este en el año 1.964, cuando apenas yo contaba un año de nacido, cuenta mi madre, que una noche antes de morir, una tía putativa que vivía en nuestra casa, lo vio parado en el cuarto, inclinado en mi cunita, observándome con las manos atrás, ya que ella pasó frente al cuarto, que tenía una cortina en la puerta, y lo divisó, al preguntarle a mi madre que cuándo había llegado mi abuelo, mi madre le dijo que no había llegado aún y esta tía le dijo que lo acababa de ver en el cuarto. En ese preciso momento, que conversaban de lo sucedido, sintieron la llave en la cerradura y llegó mi abuelo a casa.

          Al contarle lo sucedido, todos rieron, sin saber que al día siguiente, al mediodía, mi abuelo estaría falleciendo de un infarto miocardio.

          El segundo personaje, es mi abuela materna, quien pese al mal comportamiento de mi padre, ésta nunca abandonó a mi madre y a nosotros, obviamente nos quiso mucho, ella vivía en un pueblito montañoso, cerca de donde nosotros vivíamos y era un gusto para mí, cuando nos llevaban a visitar a la abuela, una viejecita pequeña, de trenzas enrolladas en la cabeza, bonachona hasta más no poder, con una sonrisa tremendamente bella, limpia y sincera, que admito, al momento de estar escribiendo estas líneas, se me hace un nudo en la garganta y los ojos se me aguan al recordar a tan noble ser, mi abuela falleció en el año 1.978 y eso me pegó mucho en su momento.

          El tercer y último personaje de esta historia, es mi madrina de bautizo, una negra deportista y gloria venezolana de Panamericanos y Centroamericanos y del Caribe, voleibolista y jugadora de softbol femenino, trabajadora de la telefónica de mi país, junto a mi madre. Si alguien formó en mí el valor de la amistad y muchos más, fue esta gran mujer, de carácter fuerte, pero consentidora y buena, noble y justa.

          Cuando nace mi primera hija, mi madrina se traslada desde su casa hasta la nuestra, cosa que extrañamente hacía, porque siempre la cita era en su casa que era inmensa y con un terreno más grande aún, lo que fueron ideales para mis juegos de infancia. Recuerdo que ese día ella, que sufría de tiroides, llegó cansada y al sorpresivamente al verla exclamé: -“¡Madrinaaa… ¿Para qué se molestó en venir?!”, ella me dijo con su voz con algo de disnea: -“No te preocupes, solo vine a conocer a tu primera hija, a felicitarte y a traerle esta muñequita, guárdasela siempre, por favor, es para que nunca la molesten”. Confieso que me quedé algo extrañado con eso, pero la emoción de tener a mi madrina en casa me hizo olvidar. A veces hay señas que nos envían y sencillamente, no percibimos. A los pocos meses de ese acontecimiento mi madrina falleció. Podría estar refiriéndome a mi madrina largamente, pero se perdería la esencia de la narración.

          Luego del dolor de la pérdida de mi madrina, a la cual lloré mucho, desconsoladamente, tanto por el golpe tan fuerte que para mí eso significó, como en ver a mi madre desolada al perder a más que una hermana, y luego de varios extraños episodios sucedidos con mi pequeña hija de meses aún, una noche me pongo a soñar que estoy a la orilla de un mar que se está tornando bravo, olas convulsas gigantes y comienzo a correr hacia un enorme risco, podía sentir las gotas e inclusive ráfagas de agua me golpeaban con fuerza, yo volteaba y veía como esa enorme masa de agua se me venía encima.

          De repente dirigí mi mirada a lo alto de ese risco y vi esculpidas en la roca, las imágenes de tres leones: Un león grande, una leona y una cachorra de leona, algo en ese sueño, me dijo que me dirigiera hacia allá y, raspándome las manos y piernas, fui llegando como pude, hasta que estuve frente a esas esculturas allí talladas.

          Inmediatamente me volteé a ver por dónde venía ese mar enfurecido y asombrosamente me di cuenta que todo estaba en calma, ni vestigios de esa furia y esa fuerza de ese mar.

          Lo más sorprendente, es que no sé por qué en ese sueño, me viré a mirar estas estatuas y ¡Mayor sorpresa! El León mayor, se convirtió en mi abuelo, la leona estaba convertida en mi abuela y la cachorra de leona era mi madrina de bautizo. Confieso que en el sueño, me quedé atónito. Fue mi abuela materna la que tomó la palabra dirigiéndose a mí: -“Sé que tienes problemas, pero no te preocupes, siempre estaremos nosotros tres para protegerte”.

          Solo eso dijeron, e inmediatamente, me desperté cansado y le conté el sueño a mi esposa. Hago referencia que ese sueño fue en el año 1.987.

          En el año 2.002, 15 años después de ese sueño, me toca entrar a trabajar en un canal de TV, y allí conocí a un gran Operador de Máster, Julio Guía, este amigo, solamente al segundo día de conocerme, en una noche que me dirigía a la sala de edición, me llamó y me dice con mirada algo misteriosa: -“José, quiero preguntarte algo: ¿Quién en tu casa era un señor, alto, gordo, moreno, canoso, de contextura fuerte…?. Le contesté: -“Ese era mi abuelo materno, pero murió cuando yo tenía solo un año”…  A lo que me volvió a preguntar: -“¿Y quién era una señora viejita, bajita, con carita de buena, con el cabello trenzado y enrollado en la cabeza?, confieso que me impresioné, y le contesté algo sorprendido: -“Julio, esa era mi abuela paterna, pero, pero, pero…”. Julio me interrumpió y me volvió a preguntar: -“Espera, espera, y ¿Quién era una mujer alta, negra, corpulenta, vestida de pantalón y blusa, de cabello afro?. Ya admito que no podía creer lo que escuchaba, y le dije: -“Esa era mi madrina de bautizo, pero Julio, ella está muerta también, ¿Cómo tú sabes eso? Dime”… Julio me dijo algo que me dejó electrizado en ese momento: -“Pues tu abuela está en este momento allí a tu derecha, tu madrina está a tu izquierda, y tu abuelo está detrás de ti, para donde tú te mueves, ellos van contigo, de hecho, el día que te conocí acá en el Master, los vi, pero no te dije nada, porque no sabía quién eras.

          Como pueden apreciar, que le digan eso a uno, es algo serio, confieso que me asusté terriblemente, y ese amigo Julio me calmó dándome ánimos, diciéndome que me tranquilizara, que siempre habían estado allí, yo, a manera humorística le dije que estaba bien, pero que eso no lo sabía antes.

          No queda allí el asunto, en el año 2.009, me encontraba tomando unas cervezas en un kiosco a dos manzanas de la urbanización donde vivía, como a la 1 y 30 de la mañana, decidí irme a dormir y efectivamente así lo hice. Iba caminando por las terrazas hacia la casa al llegar me dormí inmediatamente. Al día siguiente, tenía que reunirme con unas personas en el pre-escolar de la urbanización, a lo cual acudí temprano, luego de concluida la junta, una amiga y vecina me llamó aparte y me dijo: -“Caramba señor José, y anoche venía de tomarse unas”. Le dije: -“Si, estaba en el kiosco de allá arriba”, de repente ella me preguntó: ­­-“Lo que si me llamó la atención, fue que lo llamé para preguntarle por esas tres personas que iban con usted cuando pasó por la entrada del estacionamiento, porque yo estaba parada debajo del árbol de la entrada y lo vi pasar con esas tres personas, pero usted no me vio, y sobre todo, mayores, ¿los estaba acompañando? Un señor mayor, una señora negra y una viejita en bata… Porque yo no las conozco de la urbanización”.

          Respetados lectores, les confieso que esa declaración de mi vecina me dejó electrizado, pensativo y hasta medio asustado de nuevo, de hecho, confieso que en esos días, caminaba por la calle con la sensación de que me seguían.

          Finalmente, el último caso sucedió cuando me encontraba en casa de una vecina reunido con unos compañeros del Consejo de Vecinos, en la casa contigua, vivía otra señora que tenía un hijo de mal vivir, al terminar la reunión como a las 7 de la noche, cuando nos estábamos marchando, otros sujetos de mal vivir entraron por la parte trasera a ajusticiar al vecino de la casa de mi amiga, se escucharon varios disparos y pues el vecino de mi amiga, resultó muerto. Me vine cautelosamente y pasando por una caminería, un vecino me dijo: -“Vecino, métase en la casa, los tipos de los disparos están cerca”, inmediatamente le hice caso, pero si noté algo extraño en mi vecino, que me dijo: -“Quédese acá en la sala, ya vuelvo”. Cuando volvió le pregunté que por qué había salido de nuevo y me dijo: -“Es que salí a buscar a las dos señoras, sobre todo a la viejita, y no sé qué se harían, hasta el señor mayor”.

          No podía creer lo que estaba escuchando, entonces si es verdad lo de aquél sueño sucedido en 1.987, de una u otra forma, se había seguido revelando.

          Hacer conjeturas o tener interrogantes acerca de estos sucesos, es algo aventurado, pero no dejo de preguntarme:

1.    ¿Tiene potestad un alma de estar presente donde le plazca?
2.    ¿Podemos todos tener este beneficio, si así se le puede llamar?
3.    ¿Puede el amor que sentimos por alguien traspasar las barreras de la muerte? Y la última y más inquietante para mí:
4.    ¿Tendré yo esa facultad cuando ya no esté en este mundo de proteger a alguien amado/a?

            Una vez más, le doy las encarecidas gracias por tener la deferencia de leer “MIS HISTORIAS”, hechos reales, narrados de manera ágil, relatos enmarcados en la corriente literaria del Realismo Mágico. Esperando también sus valiosas opiniones.

            Nuestra próxima entrega llevará por título: "ACABO DE HABLAR POR TELÉFONO CON ELLA"

           Gracias.

2 comentarios:

  1. Estas personas marcaron en tu vida y tu en ellas, te acompañan para protegerte, algunas personas las ven y son aquellas personas que tienen el aura transparente.
    Estas personas que han sido vistas junto a ti se podría decir que son ángeles que te protegen.
    Cuando ya no estés en la tierra de los vivos podrás proteger a la persona que mas amas siempre en cuando tu te lo propongas, te marque y hagas la promesas de proteger, eso seria mi humilde comentario.

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  2. Gracias Luzmila, eso creo, lo bueno de los comentarios, es que atinan mucho a la forma que pienso, lo que me fascina, es que se trascienden las fronteras y me doy cuenta que existen muchas cosas en común... Que agradable escuchar estos comentarios... Gracias Luz...

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