Edición y correcciones finales: Winder Ñañez
Agradecidos mil los integrantes de este equipo: Winder Ñañez y mi persona,
por el trato preferencial que les dan a “MIS HISTORIAS”, como siempre,
enmarcadas en la corriente literaria del Realismo Mágico Latinoamericano.
Pidiendo también de antemano, disculpas por los problemas técnicos con mi PC y
con la caída del Internet, problemas, que estoy tratando de solucionar al
término de la distancia.
La historia que nos ocupa hoy
está compuesta por dos narraciones, que sucedieron en La Vela, una la de una
chica quinceañera a quien llamaremos Margaret y la segunda, muy parecida o
similar, le ocurrió a mi madre y a mi tío Jorge estando aún muy niños,
aproximadamente de 12 y 9 años respectivamente.
Contaba mi abuela (QEPD),
quién es prácticamente la inspiradora de estas historias, que este caso de esta
chica, fue muy famoso acá en este hermoso pueblito, enclavado en la costa
nor-occidental de Venezuela y que fue muy comentado por muchos años, ya que
sucedió delante de muchos testigos y es una referencia que marcó a las personas
de acá, que con los difuntos no se juega.
La referida niña, Margaret,
se encontraba en vísperas de sus quince primaveras, fecha única de una
jovencita, tanto en aquella época, como en estas, ilusión de una joven, su
fiesta de quince años, su presentación social, todo alegría en la casa, con su
familia, preparativos por todas partes, como dicen acá, “A botar la casa por la ventana”. Ropas??? nuevas, el traje de 15
años, estrenos para todos, el vals, los caballeros y las damas de honor, la
decoración y todos los prolegómenos que rodean un evento de tal magnitud.
Pudiéremos decir que los
jóvenes son irreverentes, son adolescentes porque exactamente adolecen de conocimientos, narra mi
abuela, que en esos preparativos, también tocó ir al cementerio, a llevar
flores a los abuelos y familiares fallecidos y Margaret asistió con sus padres.
Una vez puestas las ofrendas, y al momento de ya dejar el sitio, la niña, se
volteó, casi en la puerta del cementerio a la salida, y dijo estas palabras, de
forma muy inocente si se quiere: -“Estoy
tan alegre por mis 15 años, que hasta a todos ustedes también los invito a mi
fiesta, espero no vayan a dejar de ir” y soltó una risa de ironía.
El suceso pasó y los
preparativos continuaron, la frase pronunciada en el cementerio fue olvidada
por las emociones del magno evento, fiesta de rigor de orquesta, de comidas y
platillos exquisitos, ya que la familia de Margaret era de las que acá
denominaban “mantuana” o pudiente, la chiquilla, única hija, una flor en
esencia.
Ya todos los preparativos
cuidados hasta el último detalle, se aproxima el gran día, Sábado en la noche,
mesas dispuestas con zendos centros de mesa, con nombres para los invitados en
letras doradas, nervios en toda la casa confundidos con la alegría de dicho
evento, todo debe de salir a la perfección ya que nada se ha dejado al azar.
Comienzan a llegar los
invitados y todo es alegría reinante, todo va marchando según lo acordado,
llega la hora del Vals y todo queda de un rigor único, el tiempo era perfecto,
una vez terminado el vals, cuenta mi abuela que de repente, hizo una extraña
ráfaga de brisa que hizo volar algunos adornos, pero fue tomado sin interés, ya
que este es un pueblo donde sopla demasiada brisa.
Las mesas estaban todas
completas, todos asistieron. ¡Si, todos!. Porque luego de esa brisa extraña,
los padres de Margaret comenzaron a notar a unas personas raras que comenzaron
a llegar en grupos de tres, de cuatro, con niños, gente desconocida, totalmente
extrañas, pero se les siguió atendiendo, se comenzaron a improvisar mesas, se
pidieron prestadas sillas a los vecinos, ya casi los extraños superaban en
cantidad a los propios invitados. Los padres de Margaret no hallaban que hacer,
ya rondaba la desesperación, la madre de la chica le preguntaba a su esposo que
de dónde habían salido esas personas.
Llamaron a la chica a
preguntarle y esta, algo confundida no sabía qué decir. A lo que el padre se
dirigió al medio de la pista mandando a detener la música, porque había una
muchedumbre que se encontraba de pié, y con bochorno le preguntó a un caballero
que parecía resaltar entre el grupo de extraños, de manera seria y respetuosa: -“Honorable caballero, ¿Puede decirnos
quienes son ustedes? ¿Quién de esta casa les ha invitado? Por favor, ya que no
son personas ni conocidas mías, ni de mi esposa y mucho menos de mi bella
Margaret”, a lo que el hombre, también de manera muy respetuosa le dijo: -“Nosotras somos las Ánimas del Purgatorio”.
Gritos y llantos, de horror y
de sorpresa, pero el padre de Margaret no perdió la compostura y les dijo: -“Pero…¿Pueden decirme quienes les ha
invitado? ¿Por qué están acá en los 15 años de mi hija?. A lo que el
hombre, dirigiendo una mirada penetrante a la joven Margaret replicó: -“¡Ella!”, señalándola con el índice
cadavérico, “Hace tres días, en las
puertas del cementerio cuando llevaban flores a sus difuntos, nos dijo que <estábamos
todas y todos invitados y que no dejáramos de asistir> y pues, acá estamos”.
Continuó diciendo el
enigmático hombre: -“Esta es una lección
que hemos querido venir a darle, para que respete la paz de los muertos, ya que
con los muertos no se juega, que la sigan pasando bien”, dicho esto, sopló
otra fuerte brisa, y se fueron desapareciendo una a una esas personas, mujeres,
hombres y hasta niños, frente la atónita mirada de todos los asistentes al
magno evento de los 15 años de Margaret, obviamente, entre las personas
invitadas comenzaron los comentarios alarmados, varias señoras se desmayaron y
tanto la madre, como la niña, prorrumpieron el llanto, apenadas por el suceso.
En esta ocasión, no voy a
hacer ninguna interrogante, solo voy a decir, que mi abuela, siempre nos
inculcaba que a los muertos se les respetaba, que el cementerio era un lugar de
paz y de reposo para las almas y eso siempre he profesado.
La segunda historia, tiene
como testigos presenciales tanto a mi madre, como a mi tío Cheo (Jorge), ¿El
lugar?, si, el mismo pueblito de La Vela, llamado por mí, el pueblo de lo
posible, donde las cosas más inverosímiles suceden.
Acontece, que mi abuelo, que
se encontraba trabajando en la ciudad de Maracaibo, le ha enviado a mi abuela
una remesa de mercado, tanto en víveres, como en dinero. Mi abuela, que era una
mujer de un noble corazón, llama a mi tío Cheo, a que vaya, con un racimo de
plátanos a que sus dos comadres y unas amigas muy de la casa, a repartir la
encomienda, mi tío, que era un llorón de primera le dice: -“Noo, vieja, usted sabe que allá en la casa de su comadre, hay una
lora que no me puede ver, porque salta encima a picotearme, que Tera (Diminutivo
de Mercedes, mi madre) vaya conmigo.
Mi abuela, en su buen lenguaje veleño le dijo: -“Pero este muchacho parece PENDEJO… Está bien, ¡Teraaa ‘vaye’ usted
con el pendejo este, pero que lo cargue él, y se vienen ya!.
Así emprendieron el mandado,
fueron donde las dos comadres, las dos amigas y la comadre de la “lora”,
obviamente, mi madre fue quien hizo las entregas. De regreso, tenían que pasar
por una quebradita, y venían jugando, como todo muchacho al fin, cuando de
repente, saliendo a la cima de la quebradita, para retomar el camino y ya a
casi las 6 en punto de la tarde, escucharon: -“¡Padre Nuestro, que estas en los cielos, Santificado sea tu nombre…!,
una voz que sonaba de ultratumba, y fue mi tío quién haló por el hombro a mi
madre y se agacharon al borde de la quebradita. Allí vieron una multitud de
personas, las voy a detallar, tal cual me las detalló mi madre y mi mismo tío
en infinidad de oportunidades.
Eran personas o entes, que no
pisaban el suelo, con una especie de batas blancas y unos capuchones en sus
cabezas, portaban en las manos unos farolitos con una vela o cirio encendido,
todas acompasadas, mujeres y hombres y el de adelante hablaba y a la mitad, el
resto le contestó: -“¡Danos hoy el pan de
cada día y perdona nuestras deudas como también nosotros…!”.
Mi madre dice
que era ensordecedor, que ese murmullo perfectamente audible, le taladraba los
oídos y que le provocaba gritar, pero el miedo les tenía congelados a ambos,
que se agarraron de las manitos.
Prosiguieron pasando y de
repente escucharon de nuevo: -¡Dios te
salve María, llena eres de gracia, el señor es contigo…!, mucho más
asustados se pusieron mi madre y mi tío, ya que no podía ir hacia ningún lado,
ese era el camino obligado, y el tiempo seguía avanzando, el rosario en pleno y
miles y miles iban apareciendo, en su camino, directo al cementerio, hacia allá
se dirigían.
Así se tuvieron que quedar,
hasta que ya, finalmente se fue acabando la peregrinación de almas, en su
camino al descanso, ellos muertos del pánico petrificados, sin saber qué hacer.
Hasta que cuando ya, habían pasado como tres a 5 minutos que no pasaba ninguna
más, se atrevieron a salir y como decimos en cristiano, “Paticas, pa’ que te tengo”, pegaron una carrera rumbo a la casa.
Al llegar, mi abuela les
estaba esperando en puerta con una correa en la mano, puesto que se tardaron
muchísimo más de lo necesario, y fue mi madre quien habló: -“Mama, si quiere, péguenos, pero: “LAS VIMOS MAMA, LAS VIMOS”, Mi
abuela bajó la guardia, al verle las caras, así sería tal sus expresiones de
susto, pánico y miedo: -“¿Pero qué
vieron…? Díganme”, los dos al unísono le dijeron casi en llanto, que habían
visto a las Ánimas del Purgatorio, miles, vestidas de blanco, con unos
capuchones en las cabezas y con un farolito en la mano cada una.
Obviamente, mi abuela,
aprovechó (Como se usaba de antes) para asustarles más: -“Eso es, para que cuando les diga que me hagan un mandado, vayan y
vengan rápido y no se queden jugando”.
Esta vez, tampoco creo tener
muchas interrogantes, solo decir, que el tránsito entre la vida y la muerte es
perfecto, aunque si me pregunto: ¿Realmente existe el Purgatorio, donde
supuestamente se expían las culpas y pecados cometidos en este mundo terrenal?.
Como siempre, muchas gracias, sabré compartir sus opiniones,
las que nos fortalecen, para seguir contando estas “MIS HISTORIAS”, Nos
despedimos en nombre del equipo, Winder Ñañez y este su amigo, José G.
Martínez, no sin antes dejarles el tema de la próxima entrega… Hmmm, pensándolo
bien no, eso será una sorpresa… pero espero de verdad, seguir contando con
ustedes en “MIS HISTORIAS”, enmarcadas en la corriente literaria del Realismo
Mágico Latinoamericano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario