jueves, 27 de septiembre de 2012

“PASE ADELANTE, LA ESTABA ESPERANDO”

Texto e historia: José G. Martínez
Revisión, corrección y edición: Winder Ñañez

        Muchas gracias, estamos complacidos por sus críticas, comentarios y sugerencias, eso nos empuja a seguir escribiendo. Los sucesos paranormales, son algo que nos cautivan a todos, mucho más, cuando no le encontramos explicaciones lógicas. Eso es lo que me anima a contar estas historias, que repito, son reales, porque no son de la inventiva, fueron vividas muchas por mí, otras por mi madre, mi abuela y por amigos de respetada credibilidad.

       La historia que nos ocupa en esta oportunidad, le sucedió a mi bisabuela (La madre de mi abuelo), mucho antes que conociera a mi abuela, esta historia me fue contada por mi abue, y cada vez que la contaba, era exactamente igual, sin quitarle, ni ponerle nada, trataré de ser lo más explícito y descriptivo, como siempre, para que tengan una imagen en su gran sala de cine, su imaginación.

     Refiere mi abuela, que mi bisabuela Plácida, se vino a vivir a La Vela, desde la Península de Paraguaná, huyendo de lo que se conoció acá como: “La peste del 12”, que fue una hambruna que asoló a estas poblaciones, decía mi abuela: -“Hijo, eso fue horrible, las vacas lloraban hambre, sequía, desolación, eran como las 7 plagas de Egipto”, ya mi bisabuela tenía a mi abuelo Ángel, el mayor, mi tía-abuela Tina (Diminutivo de Martina) y a mi tío-abuelo Rico (Diminutivo de Ricardo).


        Vivían en una casita alquilada, muy, pero muy precaria, se decían ser: “Pobres de solemnidad”, mi bisabuela trabajaba vendiendo comida, se ganaba poco, no habían fuentes de trabajo. El negocito de comidas iba bien, tanto, que ya comenzaba a dar dinerito extra, para ahorrar, mi bisabuela vendía “Arepas peladas” y pescado frito, plato típico de estos pueblos costeros, cocinadas a leña, en fogones rudimentarios.
         Una mañana, de un buen día, notó con extrañeza que las arepas, que hasta el día anterior se vendían todas casi antes de estar listas, y el pescado volaba, se quedaron frías, nadie vino a comprarlas. Pensó que podía estar pasando algo, pero no lo tomó mucho en cuenta.

         Al día siguiente, lo mismo, nada se vendía, ya el asunto era preocupante, el negocio estaba trancado, ni las moscas llegaban, esto inquietaba a mi bisabuela, y a todos en casa.

         Desesperada, mi bisabuela tomó el recurso que le quedaba, casi en quiebra y salió a la capital del estado, a Coro, a comprar más insumos, maíz, cal, (Para pelar el maíz para la confección de esta deliciosa arepa), y aceite. Me refiere mi abuela, que mi bisabuela no se explica, como de repente se vio parada en frente de una casa, donde no tenía que pasar para comprar los insumos que necesitaba, pero era algo que venía de muy dentro de ella, cuando de repente, de esa casa, salió una señora y le dijo a mi bisabuela: ­-“¡¡¡PASE ADELANTE, LA ESTABA ESPERANDO!!!”, mi bisabuela estaba como hipnotizada, pero más sin embargo, pasó dentro de esa vivienda, la señora, le ofreció agua, le dijo que se sentara, y luego le invitó a pasar a una habitación, donde tenía una mesita con dos sillas, le ofreció sentarse y le dijo, de una manera directa: -“Yo sé lo que le sucede a usted, y le ofrezco la solución, porque usted es una persona buena, que no se mete con nadie y que solo quiere trabajar para echar a sus tres hijos adelante”, Mi bisabuela no salía de su asombro, estaba en shock, pero de repente, le vino el sentido y le contestó, ya que era una mujer demasiado precavida: -“¿Por qué me dice eso? ¿Eso me va a costar algo? ¿Quién es usted? ¿Por qué estoy aquí?”.

         La extraña señora, que vivía sola en esa casa, le fue explicando y respondiendo a sus inquietudes, mientras hacía algunas cosas con unos objetos extraños que tenía en la mesa, un mechero encendido, unos frascos como de laboratorio con sustancias de colores, unas plumas de ave negra, presumiblemente de una gallina y un espejo de aproximadamente 15cm de alto. Mientras le contestaba, de repente quedaba como en trance, volvía en sí, introducía una pluma en algunos de los frascos, quemaba luego en el mechero y luego pasaba esa pluma por el espejito eso lo hizo repetidas veces.

         Al final, le mostró el espejo a mi bisabuela y ésta se quedó estupefacta, al ver en el espejo, la cara reflejada de una comadre de ella, que vivía justo a dos casas de donde vivía mi bisabuela. Hago un inserto en esta parte de la narración, para decirles que en este pueblo, no tanto ahora, pero antes, se usaba mucho de “Hacer maldad”, con trabajos que eran encargados a la vecina isla de Curaçao, ya que desde tiempo memoriales, ha existido un comercio constante con la bella isla caribeña, visitada por mí en muchas oportunidades de vacaciones, ya que tengo un tío allá.

         Esta enigmática señora le dijo a mi bisabuela, que esta “Comadre” le había preparado un “Trabajo de magia negra” que mandó a hacer en Curaçao, para que ella no echara adelante, y que inclusive, le quitara la vida, porque el trabajo constaba de una raíz de yuca, la cual tenía clavado un papel con el nombre al revés de mi bisabuela con cuatro alfileres en forma de cruz y que cuando esa raíz germinara, ella iba a morir.

         Mi bisabuela no podía creer lo que esta señora le decía, al final, le dijo: ­-“Se va a quedar recostada acá un rato, luego vaya a comprar lo que vino a buscar,(Mi bisabuela nunca le dijo que venía de compras), luego se regresará para acá, y partirá a su casa a las 12 en punto de esta noche, no se preocupe que todo va a ir bien. De camino a su casa, se va a encontrar en la senda con dos toros dándose cachazos (Con los cuernos), usted va a seguir, sin detenerse, sin mirar atrás; después de eso, ya casi llegando al pueblo, se va a topar en su camino de nuevo, esta vez con dos culebras enrolladas, no tema, no le harán daño, siga adelante, y ya amaneciendo, en la entrada al pueblo, se va a encontrar con una amiga suya, camino a lavar al río, con una cesta de ropas en la cabeza, que se va a asombrar de verla a esa hora; usted solo le va a decir que viene de compras.”

         -“Al llegar a su casa, (Prosiguió la enigmática señora), ponga todo en la mesita que tiene en la cocina, e inmediatamente, busque una pala, escarbe justamente en la parte derecha de la puerta de entrada a su casa y allí encontrará la yuca enterrada con el papel con su nombre con los 4 alfileres en cruz, no lo deshaga, simplemente, tómelo con la pala, vaya a la parte posterior de su casa y haga una hoguera y queme eso, por favor, siga mis instrucciones al pie de la letra, si se quiere salvar”.

         -“Una vez que haya hecho todo como le dije, se parará en la puerta de su casa, y verá salir a la persona que le hizo el trabajo maligno de una casa a otra, llevando un plato tapado en la mano, y la saludará, usted la saludará normal, esa mujer, fue la que le mandó a hacer este maleficio. Yo no le pienso cobrar nada, no hago estos trabajos para lucrarme, pero quiero preguntarle algo: ¿Quiere usted hacerle algo a esta gente, que no quería nada bueno para usted y su familia?”.

Mi bisabuela, que no salía de su asombro le dijo, algo asustada: -“¡¡¡No, yo no, yo no hago mal, allá arriba hay un dios, que para abajo ve!!!”. A lo que esta señora le dijo: -“Bueno, entonces déjelo en mis manos, yo le voy a dar donde más le duele, usted se va a acordar de mi por los gritos de dolor”. La señora condujo a mi bisabuela a un cuartito, y le dijo que se recostara, curiosa y misteriosamente, en lo que puso la cabeza en la almohada, quedó profundamente dormida por espacio de tres horas, cuando la señora, le despertó con una comida y una taza de un delicioso café, luego de comer ambas, le dijo que fuera por las compras y que por favor se regresara. Así lo hizo mi bisabuela y ya de regreso a esa misteriosa casa, comenzaron a conversar, más amigablemente. A lo que el tiempo fue transcurriendo sin darse cuenta y cuando se dieron cuenta, se hicieron las doce de la noche. La señora, la despidió con mucho cariño y le dijo que partiera.

        El camino era largo, dos horas a pie, por trocha y carretera de tierra rural, pero mi bisabuela no sentía miedo, esa mujer extraña, le había infundido un valor, iba con su bolsita de los víveres comprados, cuando de repente comenzó a escuchar algo raro: “clack, clack clack, clack” al salir de una cueva, la noche clara, vio a los dos toros, dándose fúrica y frenéticamente con los cachos.
        Mi bisabuela se asustó, pero recordó las indicaciones de aquella señora, y siguió caminando, sin si quiera voltear hacia atrás, aunque la curiosidad la mataba. Siguió la larga caminata, se escuchaban los grillos, y animalitos en el monte, cuando de repente, y para su sorpresa, sintió que por sus pies pasaron dos tremendas culebras, que se le armaron en actitud amenazadora para picarla, pero una vez más vino a su mente la recomendación de la señora, -“Prosiga su camino, que no le harán nada”, así lo hizo, y las culebras, se perdieron en el monte, luego de pasarle por los pies.
          Prosiguió la caminata, que se extendió por toda la noche, ya que mi bisabuela, se sentaba en cualquiera piedra en el camino, para descansar, llevaba también una botellita de agua fresca que esa señora le había dado, para mitigar la sed, y una vez, ya aclarando el día, en la entrada del pueblo, se consiguió, como lo dijo aquella mujer, con una amiga, con su cesta en la cabeza, rumbo al río a lavar muy temprano, al verla venir, la saludó extrañada y le preguntó de dónde venía, a lo que mi bisabuela le dijo: -“De una diligencia, pero se me hizo tarde y vengo llegando a esta hora”.
         Al llegar a casa, sus hijos dormían, puso los víveres en la mesita y fue rápidamente a buscar la pala, y justamente donde la señora misteriosa le dijo, escarbó y su mayor sorpresa fue, que allí estaba enterrada la raíz de la yuca, con un papelito y se leía: “aicraG adicalP” (Plácida García escrito al revés), adherido con cuatro alfileres en forma de cruz, esto le erizó la piel, pero se armó de valor y fue con ese contenido macabro al patio trasero y encendió una hoguerita a leña. Cuando estuvo ardiendo, tiró ese contenido de la raíz, lo que de repente avivó la llama, se encogió de hombros a ver aquello, porque pensó que si ella era una mujer que no se metía con nadie, ¿Por qué habían de tenerle envidia o mala intención contra ella y sus hijos?.

         También se recordó que debía pararse en la puerta de su casa a esperar ver a quien la señora le había mostrado en aquel misterioso espejo, cuál fue su sorpresa, que llegandito a la puerta, vio como salía de dos casas más abajo la susodicha “Comadre” con el plato en la mano, tapado, rumbo a otra casa más abajo. -“¡¡¡Caramba, comadre Plácida, buenos días!!!, usted como que madrugó hoy, tiene días que no vende comida”, ella le contestó solo con un saludo de manos, decepcionada por corroborar la realidad que le había dicho esa señora.

         Ya hecho todo, mi bisabuela continuó al siguiente día con su venta de comida, y para sorpresa, las ventas comenzaron a fluir y hasta con mayor clientela. Los días siguieron pasando en una relativa bonanza en el negocio, pasaron dos semanas, cuando una tarde escuchó alarmada unos gritos desgarradores como a las seis de la tarde, se asomó a la puerta y vio como aquella comadre, desconsolada, tirada en el medio de la calle, de rodillas, ayudada por vecinos y vecinas que la consolaban gritaba: -“¡¡¡NOOO, MIS HIJOS NO, POR DIOS, NOOOO ¿QUÉ VOY A HACER AHORA?!!!, al acercarse a ver lo que sucedía con su comadre, escuchó decir, que la embarcación donde iban sus dos únicos hijos pescadores, había zozobrado y estos habían fallecido ahogados y que aún estaban rastreando por los cuerpos.

         Se fue corriendo a su casa, y volvió a recordarse de lo dicho por la misteriosa y enigmática señora. Al día siguiente, mi bisabuela fue a Coro de nuevo, a la casa de esta señora y lo más grave e inquietante de esta historia de hoy, fue que cuando llegó a esta casa, la misma se encontraba cerrada, ella tocó la puerta, pero nadie abrió. Allí estuvo por espacio de unos 10 minutos, cuando de la casa de al lado, salió un señor que le dijo a mi bisabuela: -“Buenas tardes señora, ¿Puedo ayudarla en algo?. Mi bisabuela le dijo que si, que por favor le dijera si no sabía si la señora que vivía allí había salido, porque estaba tocando la puerta y no salía nadie. Más horrorizada se quedó al escuchar la respuesta del vecino cuando le dijo: -“Señora, debe usted estar en un error, esta casa tiene 15 años deshabitada, ya que la señora que allí vivía, falleció hace esos años aproximadamente. ¿Puedo ayudarle en otra cosa?”. Mi bisabuela al escuchar eso, le entró un calosfrío por todo el cuerpo, le dio las gracias al señor, y se regresó toda confundida a la casa.

         Acá, como siempre, y esperando que esta historia, tanto escalofriante como desconcertante les haya gustado, mis interrogantes, o mejor dicho, la única, aunque espero que ustedes en sus comentarios valiosos hagan muchas más:

 1. ¿Quién o qué era esta enigmática señora, que hasta hizo ir a mi bisabuela como una autómata a su casa y le ofreció esa ayuda, le dijo tantas verdades y hasta le vio su destino?

Como siempre, mi gran amigo Winder Ñañez y yo, le estaremos agradecidos de sus comentarios y de la acogida que dan a “MIS HISTORIAS”.

        Anunciando como siempre el título de nuestra próxima entrega: “ESPÉREME UN SEGUNDO, QUE YA LE CANCELO” (Compendio de varias historias sucedidas en una misteriosa carretera de Venezuela), como siempre nos despedimos, con un apretón de manos y con nuestras sinceras gracias.


2 comentarios:

  1. Waooo José, estaba yo comiendo palomitas de maíz mientras leía, y me las comí todas sin darme cuenta del susto y los nervios jejejje.... Ésta sí que estuvo escalofriante, pero muy interesante!

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    1. Jajaja Gracias mi Diosa... Sarah, eres lo máximo... aunque no pretendo asustar, jeje sino recrear situaciones, que, no sé, fijen la atención, pero, te confieso, que cuando las escribo, por lo general de noche, me asusto algo...

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