miércoles, 3 de octubre de 2012

“ESPÉREME UN SEGUNDO, QUE YA LE CANCELO”

Texto e historia: José G. Martínez
Revisión, corrección y edición: Winder Ñañez


         ¡Saludos cordiales a todos los lectoras y lectores de este, su blog, “MIS HISTORIAS”!, mi amigo Winder Ñañez y yo, les damos la bienvenida.

         Acostumbrados como siempre, les agradecemos por sus comentarios en nuestras entregas anteriores, esperando que cada historia que publicamos les sean de su agrado.

         La que nos ocupa en esta oportunidad es un tanto curioso, lo he escuchado en varias partes, lo escuché y vi en video en una carretera de Portugal, lo he escuchado también desde Colombia, según mis contactos, pero, lo más interesante, es que lo vivimos en casa, de manos de mi tío, y de la mano de un gran amigo de mi padre, que se dedicaba a taxista, un hombre serio y que a raíz de este caso, estuvo en tratamiento médico, ya que le alteró casi por completo.


         En Vargas, el estado donde yo nací, existe un poblado llamado Naiguatá, población a la orilla de la playa, ya que Vargas es un estado costero, separado de Caracas, por la Cordillera de la Costa, cerros y elevaciones que bordean el Valle de nuestra capital. Las carreteras de acceso a estas localidades como Naiguatá, Los Caracas, Carmen de Uria, Etc, van por toda la orilla del mar y de espalda a los imponentes cerros y montañas ya mencionados.
              En el primer caso, a mi tío, le sucedió que venía manejando desde la población vacacional de Los Caracas, y en un puente, antes de llegar aproximadamente a unos 300mts, en la noche y en compañía de algunos amigos, vieron a una mujer parada en la salida del puente, venían tres personas. Y acercándose, notaron que la mujer desapareció repentinamente, eso les obligó a ser cautelosos.

         Pasaron lentamente por el puente, donde segundos antes habían divisado a la extraña mujer, porque la definieron bien, llevaba una falda, cabello largo y blusa. La sorpresa fue, que al frenar el vehículo, quedaron estupefactos, al ver solo sobre la defensa del puente “dos manos de mujer sangrando”.

         Ese avistamiento les asustó mucho, y mi tío aceleró el vehículo despavorido, lo que más les dejó atónitos, fue que, tanto los dos amigos de mi tío que volteaban hacia atrás llenos de miedo, como mi tío que miraba en oportunidades por el retrovisor, vieron de repente aparecer a la extraña mujer en una segunda oportunidad en el puente, y esta vez les despedía con un saludo de brazo alzado.
     Recuerdo bien esa noche que mi tío llegó a la casa, despavorido contando esa historia.

       El segundo caso, se le presentó a nuestro amigo de casa, Graciano, deportista, jugador de béisbol junto a mi padre, taxista de profesión por muchos años. Una persona seria, y sobre todo a mí, me tenía mucho cariño.

         Refiere la historia, que a este señor, le toca hacer una carrera de taxi a una pareja de esposos con un niño pequeño a la población de Naiguatá, esto sucede a las cuatro de la tarde, van conversando normalmente en el camino y llegan al destino, les deja en la dirección que le refirieron y toma el camino de regreso, a todas estas, son las cinco treinta de la tarde, de camino de regreso, y cerca del puente donde mi tío anteriormente con sus amigos tuvieron ese amargo suceso, el amigo Graciano divisa a una chica con una bolsa en la mano, que le hace seña a que se detenga.
    Aclaro, que son las cinco y media de la tarde (05:30pm) aproximadamente, o sea, hay luz del sol aún. Graciano se detiene, y la joven, muy simpática, seria y con resolución le dice: -“Buenas tardes señor, ¿Me podría hacer la carrera a la entrada del barrio El Brillante?, es en toda la vía. ¿Será que puede? A lo que nuestro amigo le contestó con voz amable: -“Claro que sí, con mucho gusto, súbase, yo la llevo”. La joven se subió al taxi en la parte trasera, y allí, durante el recorrido, entablaron una conversación amena, mi amigo la veía por el retrovisor, la chica le contaba que estaba muy contenta, porque estaba por cumplir sus diez y ocho años y que había venido a esta población a recoger su traje para la fiesta que su familia le estaba preparando.

         Al acercarse al destino, la joven le hizo indicación a Graciano por la calle donde debía de entrar, llegaron a una casa en toda la orilla de la calle, la joven le dijo: -“¿Cuánto le debo señor, ha sido usted muy amable?”. Graciano le dijo: ­-“Gracias, son solo 20 Bolívares”. La chica le dijo con una amable sonrisa: -“¿Puede esperarse solo unos segundos, mientras dejo esto dentro y busco para completar los 20 Bolívares? Ya salgo, ESPÉREME UN SEGUNDO, QUE YA LE CANCELO”. A lo que mi amigo le respondió: -“No se preocupe, yo la espero”.

        Graciano, deja el vehículo encendido, observa como la chica saca de una carterita las llaves de la puerta, la abre, se introduce a la casa y cierra la puerta, pero antes de cerrar, le hace señas con la mano, que ya regresa.

         Allí comenzó una espera, que se fue alargando, pasaron cinco minutos, luego siete, luego diez, hasta llegar a 15 minutos. A los 10 minutos de espera, Graciano apagó el motor de su vehículo, salió y se recostó a la puerta del carro. Estaba indeciso si tocar a la puerta o no tocar.
         Pero una sensación de impaciencia le abordó, se llenó de valor y tocó a la puerta, donde estaba segurísimo que esa chica había acabado de entrar unos momentos antes. Lo hizo la primera vez, medio tímido, y esperó aproximadamente dos minutos. Pero no le gustó mucho, no tanto porque la chica le cancelara o no, ya que le conocí, y puedo dar fe de que era un hombre de muy buenos sentimientos, desprendido y honesto.

        Decidió marcharse, pero algo le dijo que tocara la puerta por segunda oportunidad, pero cuando se acercó de nuevo, sintió que se abría la puerta con una llave desde dentro. Se sonrió, porque sus pensamientos se hicieron humo, y vería a la chica aparecer a cancelarle, pero en eso, su mirada se tornó confusa, su frente se arrugó de extrañeza, porque quien se asomó a la puerta no fue la chica que pocos minutos antes había entrado, sino que fue una señora entrada en años y le dijo, con la puerta semi abierta, donde solamente le veía el rostro: -“Si, buenas tardes señor, ¿Puedo servirle en algo?”.

         Graciano dudó unos instantes, porque la señora venía con cara de haber estado dormida, pero ya que el mal estaba hecho, apenado le solicitó el favor, excusándose antes de que le llamara por favor a la chica que acababa de entrar: -“Doñita, buenas tardes y disculpe si la levanté, pero toqué la puerta, ya que la chica que traje hace unos 15 minutos, me dijo que ya salía a cancelarme la carrera”.

         La señora un algoaturdida le dijo: -“Mijo, acá no ha entrado nadie, yo vivo sola, desde hace mucho. ¿De quién me habla?. Graciano solo hizo una sencilla aclaratoria, porque no quiso ponerse a discutir con la señora: -“Doñita, le juro que si, a esa chica la acabo de traer en mi taxi desde Naiguatá, me dijo muchas cosas como que estaba allá porq…”, en eso, la mirada curiosa de mi amigo, vio una foto colgada en la pared de la sala y exclamó, señalando con el dedo: -“¡¡¡Esa, es ella, esa misma muchacha acabo yo mismo de traerla en mi taxi!!!, …no me diga que no está allí, yo la traje y ella entró acá…, ¿Va a negármelo ahora?”.

        La señora, viró atrás y volteó a verle con los ojos algo llenos de lágrimas, eso sorprendió mucho a mi amigo que le preguntó si le pasaba algo a la señora. Ella, hizo una pausa y respiró profundo y le dijo: -“Ay hijo, perdóneme, y perdónela usted a ella, esa era mi hija, que falleció trágicamente en esa carretera -un día como hoy- hace 15 años, en la víspera de sus 18 años, cuando iba a buscar su vestido para la fiesta, eso fue para nosotros un profundo dolor, si quiere, espérese, que yo le pago la carrera, pero por favor, perdónenos”.

         Graciano no podía creer lo que estaba escuchando, eso le ocasionó un shock y cayó sentado en la acera ¿Pueden imaginarse? Viajar con una persona en su vehículo, conversar con ella todo el trayecto y verla entrar en su casa y enterarse que había fallecido hacía 15 años.

         Obviamente, mi amigo le dijo a la señora, que no le debía nada, trató de serenarse, pero aún estaba en un estado de nervios impresionante, se dirigió a su casa, le pidió a su esposa que le acompañara a buscar la ayuda de un médico, de un Psicólogo, para tratar de superar ese trauma causado por ese suceso.

         Como siempre, esperando que estos relatos de hoy les hayan gustado, y como siempre, mis interrogantes:

1. ¿Será que esta alma queda vagando porque si existen partidas prematuras de este mundo?
2.   ¿Existe un vórtice del tiempo?
3. ¿Será este el llamado purgatorio, hasta que se cumpla el plazo o tiempo total?

       De nuevo, muchas gracias por tomar su valioso tiempo en leer “MIS HISTORIAS”, e informarles el nombre de la siguiente entrega: “DÁMELO PARA QUE SE VAYA CONMIGO”


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